Lamentablemente
perdido en gran parte, ha sido en otro tiempo rico y variado. Se ha
manifestado en viejos cantes y danzas derivados del sentimiento como
expresión popular. Han venido subsistiendo con ocasión de la
celebración de fiestas locales y cortijeras. Apenas hoy se conservan
reliquias del cante, donde han sobresalido tocaores como:
“Antonio Morales González”, “Juan López Ortiz” y el mítico
“Tío Bernardo” “El Carpio”.
En
el baile de la seguidilla cabe recordar a “La Remija”,
“Adelina” y “La Pola”. Con ocasión surgía de la celebración
de fiestas públicas como “Las Lumbres”, o de carácter
particular como “Los Velatorios”; también para hacer más
llevaderas las faenas agrícolas y por divertimento, para acompañar
a las espontáneas reuniones familiares y vecinales.
Atendiendo
a su forma externa, relativa tanto a la métrica y rima como la
estrofa y estribillo, se hace un estudio particular e individualizado
de los diversos cantes derivados de las distintas manifestaciones
folclóricas locales.